viernes, 22 de agosto de 2014

Ahora que ya no estás

Dicen que cuando deseas algo con mucha fuerza debes dejarlo en libertad, que si vuelve a ti será tuyo para siempre y si no vuelve es porque no te pertenecía desde el principio.
Y sí, te dejé ir, porque en el fondo estábamos predestinados a ser nada, a no ser nada más que aquello que fuimos.
Hacerme la loca se me daba tan bien... porque sabía que esa era la única forma de poder formar parte aunque fuese sólo un poquito de ti.
Y ahora aquí estoy, esperando que el universo premie mi generosidad por haberte dejado libre, por no haber tenido valor de contarte lo que sentía.

Porque no pude contarte nada...






No pude contarte que habías entrado de forma especial en mi vida, que sin quererlo te habías apoderado de mí. No pude contarte que cada abrazo tuyo me cortaba la respiración, pero que a la vez hubiese podido vivir sin aire por mucho tiempo. Tampoco pude contarte que esperaba encontrar tu sonrisa a la vuelta de cualquier esquina, a través de la ventanilla de cualquier coche o en cualquier restaurante, porque la tuya era una sonrisa especial, de esas que se contagian sin que quieras. Ni pude contarte tampoco que cada caricia, cada palabra o cada mirada tuya me hacía vibrar, como vibran los escenarios de un concierto, como vibra tu canción preferida cuando la escuchas a todo volumen. No te conté que vivía pegada al móvil esperando un "whatsapp" que me diese los buenos días, o me preguntase como me había ido el día.
Mucho menos te conté que contigo me sentía protegida, que necesitaba que me callases con besos y me dijeses que todo iba a salir bien. No te conté que soñaba contigo cada noche esperando que al amanecer estuvieras allí, como aquél día. 

No te conté nada, porque tal vez no hizo falta...






No hay comentarios:

Publicar un comentario